Patrimonio Histórico
Excolegiata de Santiago
Dos portadas de diseño muy similar dan acceso a la iglesia. La principal se diferencia porque incluye, en el segundo cuerpo, la figura de Santiago Matamoros en hornacina coronada con frontón. El primer cuerpo abre con arco de medio punto sobre impostas, tiene placas recortadas y va enmarcado entre dos contrafuertes.
El interior consta de una sola y amplia planta, en forma de cruz latina, con capillas hornacinas, y se cubre con bóveda de medio cañón con lunetos, mientras que el crucero lo hace con media naranja de yesería. Destaca el presbiterio, elevado sobre la nave, con portadas y balcones laterales para una participación privilegiada en los actos litúrgicos. El coro está a los pies, sobre gradas, y todo el conjunto mantiene una gran sobriedad y la renuncia al ornato innecesario. Destaca en la sacristía una colección de 54 óleos con retratos de papas.
El patio tiene doble galería de arcos de medio punto rebajados, sostenidos por columnas muy simples, de orden toscano. En el colegio se utilizaron materiales más pobres aunque llama la atención la escalera monumental de dos tramos y amplio rellano, que se cubre con cúpula. En la fachada destacan los escudos del fundador y una escultura de Santiago Apóstol.
El edificio medieval mejor conservado es la iglesia de la Encarnación, protogótica, iniciada en el siglo XIV, levantada en el viejo recinto defensivo, aprovechando elementos anteriores como la torre convertida en campanario.
Presenta una distribución interior de tres naves separadas por arquerías apuntadas, gruesos soportes octogonales y capiteles poco decorados. Su portada, labrada a partir del XVII, tiene arco de medio punto que enmarcan columnas exentas sobre plintos y, culminándolas, un frontón con final en bolas que acentúan los ejes. En el interior destacan el sagrario-manifestador e interesantes muestras de imaginería.
Entre los palacios destaca la Casa de los Duques de Medinaceli, señores del lugar, quienes en el último tercio del siglo XVI, conservando en su interior la torre del homenaje, denominada de Pallarés, y el patio de armas de la antigua fortaleza, levantaron un palacio de buena sillería. En línea con la moda estilística castellana, la portada presenta un robusto arco de medio punto y escudos en la clave saliente y en las enjutas, enmarcado por estilizadas columnillas y flameros. El estado de deterioro progresivo de la portada y su valor emblemático llevó a los gestores municipales a rehabilitarlo.
Torre del homenaje de planta cuadrada que perteneció a una fortaleza de la que también quedan restos de murallas. Se levanta sobre ruinas anteriores, visigodas y árabes, también fortificadas y que ya aparecen en la Crónica de Fernando III que nombra entre las conquistas de 1225 a Chiclana, Sorihuela, Santisteban y el Castillo. En su interior se encuentra el Museo de Arte Ibérico, donde se pueden contemplar algunas de las importantes piezas arqueológicas halladas en la localidad, en su mayoría exvotos de bronce, así como puntas de flecha, hachas o recipientes de cerámica
Se trata de una vivienda-palacio del siglo XVI, de la que destaca su monumental portada labrada en piedra y rematada por un imponente escudo, con timbre o remate de armadura, rodeado de dos cuernos llenos de flores. El dintel de la puerta, labrado con motivos vegetales, muestra en su centro dos figuras humanas desnudas y enfrentadas sujetando una especie de cruz adornada con lacerías. Las pilastras laterales de la puerta tienen sendos ángeles sujetos a un árbol y sobre motivos vegetales.
Este santuario rupestre, situado a un kilómetro y medio de Castellar, es un asentamiento emblemático de la arqueología ibérica. Excavado por primera vez a principios del siglo XX, proporcionó una ingente cantidad de exvotos de bronce vinculados a un santuario étnico que debió tener una importancia considerable a partir del siglo IV a.C.
Del pasado medieval de Castellar testifican los restos de sus fortalezas. En la loma de Montesinos, donde la ermita de la Consolación guarda para su veneración a la patrona de la localidad, se conservan restos de lo que fue una respetable torre del homenaje del castillo de la Consolación, declarada Bien de Interés Cultural, hoy desmochada y en estado semirruinoso, pero de cuya pasada importancia hablan el arco apuntado de su entrada, la amplia saetera y el acodamiento en la disposición de la entrada. También se conserva la portada en piedra de otra torre del homenaje del castillo de Castellar, enclavado en la población, construido en mampostería regular con cadenas de sillarejo en los ángulos, absorbido posteriormente por otros edificios.
Se conservan edificios privados que merecen atención como el del número 4 de la calle Espiga, del siglo XVIII, con portada adintelada, friso con triglifos y rosetas, pilastras almohadilladas, balcón con forja, y alero de teja y ladrillo. En arquitectura contemporánea, de un nivel discreto, habría que citar las obras públicas como la plaza de toros, ubicada sobre un espacio triangular, y el Ayuntamiento, de homogéneos huecos, que perdió su simetría con ocasión de una reforma que se llevó a cabo en torno a 1970. La vivienda privada número 40 de la calle Mesones, con arco escarzano en la puerta, es representativa de la tradición vernácula. Se conservan asimismo muestras escultóricas del restaurador y escultor de la localidad Constantino Unguetti.
Patrimonio Natural
Sierra del Oro