HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORANEA

 

La “escritura de la concordia”

 

            La resolución de 1798 que ha recibido el nombre de escritura de la concordia y que , en resumidas cuentas, establecía, de una parte, la cesión por parte de la casa señorial de una serie de terrenos a los tres pueblos que constituían el Condado y, de otra y como contrapartida, la cesión de terrenos baldíos al Condado de Santisteban.

            Ejecución de los acuerdos de la llamada escritura de la concordia de 1798 que en Castellar, y para el conjunto de sus vecinos, va a significar el inicio de un proceso de reparto a pequeños censos de los terrenos baldíos y dehesas de propios de los que disponía la villa, afectando con ello, como se puede suponer, a la propia fisonomía de la propiedad en el vecindario. Efectos y consecuencias que serán perfectamente visibles a lo largo de todo el siglo XIX y que, incluso, van a estar en la raíz de una ley de censos, promulgada en la tardía fecha de 1915, por la que se establecía la posibilidad a los poseedores de estas fincas de redimir totalmente el censo que gravaba su propiedad a cambio del pago de una cierta cantidad.

            Ahora bien, la referida escritura de la concordia de 1798 en absoluto significó en el final de los pleitos y litigios territoriales en las tierras de Castellar. A esta seguirá, ya en pleno siglo XIX, la apertura de nuevos problemas o enfrentamientos. En 1818 comenzó el primero de una larga serie de intentos, concretamente tres, realizados en las primeras décadas del siglo XIX y que perseguían delimitar con cierto grado de precisión las demarcaciones territoriales de los municipios de Castellar y Santisteban. Intentos que van a concluir en el fracaso, la mutua incomprensión y, en ocasiones, los enfrentamientos. Si esto acontecía en la primera mitad del siglo XIX, en la segunda las modificaciones territoriales del municipio tendrán unas razones bien diferentes a las de inicios del ochocientos: en 1888, y en virtud de la aplicación de las consecuencias derivadas de una ley sobre financiación municipal, la aldea de Montizón acabó integrándose en el término municipal de Castellar, situación territorial y jurídica en la que Montizón continuó hasta el año de1906 en el que se autorizó la segregación de este último del municipio de Castellar.

            Peripecias territoriales y ajetreada vida institucional que se desarrolló en un municipio que contaba a la altura de mediados del siglo XIX con una población global de 1557 personas (399 vecinos) y en el que las principales actividades productivas las constituían el cultivo de trigo, cebada y aceite. Junto a ellas también sobresaltan, aún cuando en menor medida,  la producción de legumbres y hortalizas, la presencia de una notable cabaña ganadera o la abundancia de caza (especialmente liebres, conejos y perdices). Imagen en todo caso que apenas si sufrió modificación sustancial a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XIX. A finales del siglo seguían constituyendo los cereales y el olivar las actividades económicas de mayor significación en el municipio, a lo que había que agregar la importante superficie forestal y de monte con que contaba el término municipal. Habrá que esperar a las primeras décadas del siglo XX, a los momentos de gran esplendor del olivar en la provincia, para que esta estable situación productiva en el municipio de Castellar comience a experimentar cambios, muy perceptibles ya desde mediados del siglo XX y protagonizados por el fuerte incremento superficial de las plantaciones del olivar. A la altura de 1989 la dimensión del cambio en la relación cereal-olivar es más que visible en Castellar: 8.398 hectáreas destinadas a la producción oleícola frente a las 1.409 hectáreas de herbáceos.

            Ciertas modificaciones en el paisaje municipal de cultivos que apenas si llegó a modificar la estructura social de un municipio marcado por la fuerte presencia de campesinos y jornaleros sin tierras (a la altura de 1933 representaban casi el 40% de la población activa masculina de la población), por una fuerte parcelación de las explotaciones agrarias que persiste prácticamente hasta la actualidad así como por el fuerte protagonismo social y económico de la gran propiedad, de lo que es buena prueba el hecho de que en el mencionado 1933 los grandes propietarios de la localidad (que venían a representar el 0,12% del total de propietarios) poseían nada más y nada menos que el 88,21% de la superficie productiva del municipio.

            Protagonismo agrario e importancia de la gran propiedad que explican en muy buena medida el proceso de oligarquización, ruralización que sufrió la vida pública en un Castellar, el decimonónico, marcado por el dominio y la hegemonía de los caciques locales. Hegemonía caciquil que halló, sin embargo, las primeras muestras de resistencia en la localidad a la altura de 1915, con la fundación del primer sindicato socialista en la localidad, y sobre todo en la década de los años veinte: en 1925 se funda la primera agrupación del PSOE en la localidad y en 1926 el primer sindicato socialista agrario “El Despertar del Campesino”. Proceso de sindicalización de los trabajadores de Castellar que se continuará en los años treinta con la fundación en 1931 de un sindicato ugetista de albañiles y canteros, así como con la constitución en 1932 de la agrupación local de la FNTT. Incremento de la tendencia asociativa y protagonismo en la misma de socialistas y republicanos que va a explicar, en muy buena media, lo acontecido en la localidad en abril de 1931, cuando la conjunción republicano-socialista obtiene en Castellar un fuerte respaldo en las elecciones municipales (13 concejales frente a 1 de la candidatura de los monárquicos). En las constituyentes de 1931, nuevamente se repite en Castellar el triunfo de las izquierdas. Victoria electoral de izquierdas que fue la última dentro del contexto de la II República española ya que, en las constituyentes de 1933 así como en las de febrero de 1936 la victoria recayó, de forma abultada, en las respectivas candidaturas conservadoras. No obstante, como es suficientemente conocido, a la altura de 1936 el régimen republicano no tuvo solución de continuidad debido, en primer lugar, a golpe militar encabezado por el general Franco y, en segundo lugar, al inicio de un periodo de Guerra Civil que duró tres años con el resultado final de la instauración de una larga dictadura militar. Guerra y dictadura que en Castellar vino caracterizada por los parámetros más habituales desplegados en estos años en la provincia: escasa actividad bélica y estrecheces y dificultades propias de la retaguardia durante la contienda civil de 1936 a 1939, y difícil reconstrucción posbélica, proceso de oligarquización y ruralización.